lunes, 16 de mayo de 2011

¿Cuánto valen nuestros votos? Elecciones 22 de mayo.

El próximo domingo hay elecciones municipales y autonómicas en muchos territorios del país. No sólo es un escrutinio para elegir a nuestros alcaldes y representantes en Cortes autonómicas; simbólicamente, las municipales han tenido una importancia trascendental en la historia de España y se consideran como un indicador de las generales que, en este caso, tendrán lugar el año que viene. En 1931, los españoles votaron en municipales a los candidatos republicanos, lo que hizo pensar al rey Alfonso XIII que no se le quería, marchándose al exilio y dando como resultado la instauración de la II República. En 2011, el Partido Popular pretende que, un casi cantado éxito absoluto a nivel autonómico, convenza a Zapatero de que ya no dispone de legitimidad y adelante las generales.

Manifestación protesta contra el sistema en León
Lejos de esos intereses partidistas estamos los ciudadanos que, cómo se pudo ver ayer 15 de mayo, ya hasta salimos a las calles a protestar porque nos damos cuenta de que nos tratan como mercancía y que sólo les importa nuestro dinero y nuestro voto. Aún así, el próximo domingo volveremos a votar consiguiendo que sigan sentados en sus poltronas rascándose la barriga y engordándola a nuestra costa. Es entonces cuándo nos preguntamos sí podemos hacer algo para dejar claro nuestro descontento y nos planteamos si votar en blanco, votar a los verdes o directamente quedarnos en casa. En un país dónde la opción política se toma de la misma manera que ser del Madrid o del Barsa -cómo una suerte de religión fundamentalista que no permite cambiar de opción aunque nos lleve la vida- hay poco que se pueda hacer, y el resultado de las elecciones dependerá de los descontentos que creen que arreglarán las cosas votando a la opción contraria a ver si pueden hacer algo. Los políticos lo saben y juegan con ello.

Es prácticamente imposible pensar que puede haber una tercera opción política en España que pueda aportar algo, pero a lo mejor se puede dar más poder a los minoritarios de manera que tengan cierta capacidad de presión sobre PP y PSOE. Actualmente, cuando estos no tienen mayoría absoluta, se ven empujados a pactar normalmente con fuerzas nacionalistas que disponen entonces de mucho más poder del que en realidad les debería dar su número de votos en un sistema justo. Así, hipotecan a todos los españoles en favor de minorías mucho más minoritarias de lo que pueden parecer.

En este país el sistema electoral se rige por la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, en cuyo Título II, capítulo III, podemos ver que a cada provincia le corresponde un número de diputados determinado dependiendo de su población. Así, a Soria le corresponden dos diputados en Cortes que necesitan lograr 47550 votos para ser nombrados, mientras que a Madrid le corresponden 34, pero cada diputado madrileño necesita casi 188.000 votos, en el supuesto de que todos los ciudadanos acudieran a votar. Estos son datos para las nacionales, pero tanto para las autonómicas como para las municipales el método es el mismo y se puede ver en la mencionada ley. ¿Cómo se establece cuántos votos son necesarios para obtener un escaño? Mediante el llamado sistema D´hondt, una fechoría que se basa en divisiones proporcionales y que lleva, en definitiva, a que se beneficie a los partidos más votados. Podeis ver una explicación bastante clara de su funcionamiento en el siguiente ENLACE. De esta forma, aquellos partidos que, en cada provincia obtienen unos cuantos votos, no obtendrán ningún escaño aunque logren muchos votos a nivel nacional. Pongamos un ejemplo: Hay un partido que llamamos GENTE INDIGNADA CON D´HONT (GID); este partido obtiene 25000 votos en cada provincia, por lo que no le correspondería ningún diputado en ninguna de ellas. Si multiplicamos 25000 por 52 circunscripciones electorales, nos da un resultado de 1300000 votos. Por lo tanto, 1300000 votos se van a la basura y 1300000 personas se quedan si ver representada en las Cortes a la fuerza política en la que confían. En 2008, CIU logró 11 diputados con 774000 votos. Sobran las palabras.

Conviene, sin embargo, que expliquemos porqué el voto en blanco beneficia a la mayoría. Cómo señalamos anteriormente, algunos se plantean o nos planteamos, cuando se aproximan las consultas electorales si quedarnos en casa, escupir en el sobre o votar en blanco. Pues bien, estas son las opciones:

  • Quedarnos en casa: abstención. Evidentemente el voto no computa, pero los escaños se reparten igual, teniendo en cuenta para la división porcentual el número de gente que ha votado. Si se forma un gobierno habiendo votado sólo el 30% de la población, se supone que tendrá poca legitimidad y que sus miembros no deberían sentirse muy orgullosos de su hazaña, sin embargo, se formará igual y, además, probablemente les de lo mismo mientras consigan llegar a la poltrona. Se supone que quien se abstiene es porque está en contra del sistema y no quiere participar en él, sin embargo, en muchas ocasiones no se va a votar por falta de interés, porque prefieres ir al futbol, o por cualquier otra razón. Cabe preguntarse ¿qué pasa si no va a votar nadie? Respuesta: eso no ocurrirá pues es como preguntarse qué pasaría si un día no fuera nadie a ver un Madrid - Barsa.
  • Voto nulo: se entiende que has metido dos papeletas diferentes en el sobre, que está rota o que has escupido dentro. No se computa el voto.
  • Voto en blanco: según el artículo 96.5 de la ley electoral se considera voto en blanco, pero válido, aquellos sobres que no contengan papeleta. ¿Qué significa el voto en blanco? Hay varias interpretaciones: algunos dicen que no estas seguro y aceptas lo que quiera la mayoría; otros que es otra forma de protestar y esos votos, si lograran suficiente número, se deberían representar con escaños no ocupados en el parlamento. Lo cierto es que el voto en blanco se computa de manera que aumenta la cantidad de votos emitidos y, por lo tanto, el número de sufragios necesarios para obtener un escaño según el sistema que antes describimos. Como resultado, los beneficiados son los partidos que más votos reciben. Han surgido algunas  iniciativas como la de CIUDADANOS EN BLANCO que piden que les demos el que fuera a ser nuestro voto en blanco, comprometiéndose a no ocupar sus escaños en caso de ganarlos.
Ante este panorama, es desalentador para quien no está de acuerdo con el estado de las cosas pensar que no hay nada que pueda hacer para cambiarlas y, es cierto, poco podemos hacer. Personalmente, lo único que se me ocurre es buscar alguna fuerza política que me convenza minimamente y darle mi voto con la esperanza de que algún día se metan en el congreso y trabajen por quienes les votaron pero, algo me hace pensar que al sentarse en uno de esos butacones uno se transforma por dentro...


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