martes, 12 de julio de 2011

VENTE A ESCOCIA OSCAR – VERSIÓN RENOVADA DEL VENTE A ALEMANIA PEPE…

(Debo destacar que esta entrada fue escrita el domingo dia 10 de julio, cuando no tenia conexion a Internet. Ayer estuve muy ocupado y por eso la cuelgo hoy dia 12 julio. Me disculpo de antemano por los errores que puedan contener las entradas sobre mi aventura escocesa, pero los teclados britanicos con diferentes. No hay acentos y, por supuesto, tampoco tienen esa letra espaNola que tanto nos gusta, ok? En esta entrada, notareis que el ultimo parrafo no tiene doble espacio; no tengo ni idea de cual es el motivo, lo siento)

Han querido el destino y la Consejería de Educación de Castilla y León que me encuentre ahora mismo en Edimburgo, capital de Escocia, envuelto en una nueva aventura. Bueno, tal vez el destino haya tenido poco que ver, pero mucho la otra parte citada… Por si alguien no lo sabe, nuestras instituciones, preocupadas por el bajo nivel de idiomas de la sociedad española, vienen desde hace algún tiempo intentando implantar el “bilingüismo” en las escuelas. ¿Qué quiere decir esto? Pues que en algunos privilegiados centros que adquieren el calificativo de bilingües, habrá profesores capaces de transmitir conocimientos en inglés, alemán o francés (por el momento) de determinadas asignaturas, entre las cuales se encuentran las Ciencias Sociales que yo imparto. Además, como se puede ver en el borrador que recientemente ha visto la luz, referente a las nuevas oposiciones al cuerpo de profesores de educación secundaria, se concede una vital importancia, en forma de puntos, a los títulos de idiomas.


Como rebelde adolescente que fui una vez, me opuse con toda mi voluntad a la bienintencionada idea paterna de que asistiera a la Escuela Oficial de Idiomas a clases de inglés y francés. Llegué así a la Universidad siendo un completo ignorante en materia de lenguas (habladas, se entiende; y extranjeras, para ser exactos). Sin embargo, estaba lejos de ser el único inculto entre mis compañeros de promoción, y recuerdo con pena las risotadas que nos pegamos en clase de Historia Antigua cuando el profesor (Gudea) nos recomendó algunos manuales en inglés en la bibliografía de aquella asignatura. Mi siguiente contacto con los idiomas extranjeros tuvo lugar cuando, tras ver roto mi corazón por primera vez, decidí “irme de Erasmus” a Italia. Aquel fue uno de los años más maravillosos e importantes de mi vida y me sirvió para muchas cosas, de las cuales puedo destacar 3: acabar la carrera, abrir mi visión del mundo hasta límites insospechados y darme cuenta de lo muy ignorante que era. Y es que no hay nada más útil en este mundo que ser consciente de la propia ignorancia, pues ese hecho te coloca en una posición tan vulnerable que hace que tu cuerpo y mente sólo quieran cambiarla.

Gran frase de Socrates
Antes de irme a Milán recibí unas cuantas clases de italiano con una profesora procedente de Bérgamo que, en tres meses, hizo lo que pudo. “No te preocupes que el italiano es muy fácil” fue una frase que escuché a menudo en los días previos a mi partida; qué atrevida es la ignorancia…
Así me planté en la capital de Lombardía un 4 de Octubre del año 2001 dándome cuenta, nada más bajar del avión, de que aquel idioma, a pesar de no ser el Chino, Ruso o Arameo, no iba a ponérmelo fácil…Para mayor tragedia, al llegar a la residencia donde iba a vivir y ver que en ella sólo había estudiantes Erasmus de diversas nacionalidades, descubrí con poca sorpresa que entre ellos se comunicaban en Inglés, por lo que no necesitaban conocer la lengua de Dante. Por si alguien necesita consuelo diré que no todos los españoles eran incapaces de comunicarse allí, y también que había miembros de otros países que tampoco tenían ni repajolera idea de inglés, entre ellos franceses, que vivían allí, e italianos que acudían en pos de agasajar a las estudiantes extranjeras con la esperanza de convertirlas en sus “ragazza”. Cómo las chicas les hacían poco caso, acabaron hablando de futbol con los hombres en un "itagnolo" que nos sirvió, al menos, para comenzar a tomar contacto con los nativos. La cuestión es que al final y para mi sorpresa, terminé por controlar bastante aquel idioma, e incluso a pasar con buena nota los exámenes que allí hice (ahora viene cuando algún listillo siempre dice “claro es que a los Erasmus se lo aprueban todo, les regalan las notas”; pues nada, arrea para allá que está ahí “pal que lo quiera”). Cuando hablo de esto recuerdo siempre una escena de una película que no tiene muchas cosas destacables, pero que refleja muy bien cómo se siente alguien que empieza a ser consciente de que comprende una nueva lengua: en “El guerrero número 13”, Antonio Banderas hace de un musulmán que se va de excursión, no recuerdo porqué, con un grupo de guerreros nórdicos. En una escena los escucha hablar en su idioma y pone cara de concentración. De pronto, algunas palabras resuenan en su cabeza en su lengua entre la jerga pronunciada por los bárbaros que tiene alrededor, dándose cuenta de que empieza a entenderles. Bien pues, la cara de Antonio Banderas en aquella escena es, seguramente, la misma que puse yo cuando empecé a ser consciente de que oía a la gente por la calle y ya no escuchaba sólo un cacareo constante sino palabras claras que tenían forma y contexto en mi cabeza. Es una sensación extraordinaria.

 
Lo primero que hice a mi regreso a España (o casi lo primero), fue matricularme en la Escuela de Idiomas de León en 1º de Inglés y en el examen libre del tercer curso de italiano que aprobé fácilmente, pudiendo empezar 4º aquel curso. En las clases me di cuenta de que era muy diferente hablar un idioma que conocer correctamente su gramática y sus reglas, sin embargo, al final saqué el título superior de italiano y el intermedio de inglés. Más vale tarde que nunca…
A pesar de la aventura, mi batalla con la lengua inglesa ha continuado hasta hoy, y parece que será larga. Abandonada desde que obtuve aquel título de poca importancia, caí hace poco en la cuenta de que, por más que me resistiera, el Inglés estaba por convertirse en algo indispensable en mi profesión así que llevo todo el año asistiendo a clases particulares en la academia Galway, de León, con un profesor irlandés bastante majo y con el que he aprendido mucho. Gracias Martin. Sin embargo, cómo me tengo que presentar a un examen oficial para obtener el título que me convierta en profesor bilingüe, me he decidido a explorar la Gran Bretaña, siendo consciente de que la única manera de lograrlo es practicar el idioma “in situ”. La última semana de junio la pasé en Plymouth (Suroeste de Inglaterra) acompañando a mis alumnos de Mansilla de las Mulas en un viaje de estudios del que ya he hablado aquí y que detallé en otro blog creado al efecto: The Plymouth experience 2011. Ahora, hace apenas un día que he llegado a Edimburgo. La ciudad es fantástica, al menos lo poco que he visto, pero ya lo contaré otro día, porque hoy ya me extiendo demasiado y no quiero aburrir al personal. Sólo quiero añadir algo: a pesar de la sed de aventura y de la utilidad práctica de este viaje, me gustaría mucho que estuvieras aquí (tú ya sabes quién eres). Mañana empiezo las clases y luego os contaré el segundo capítulo. See you soon.

Vistas del Castillo de Edimburgo desde Princess Street; impresionante...


No hay comentarios:

Publicar un comentario